Tengo miedo de dormir porque no quiero volver a soñarte.

Han pasado algunos días, uno tras otro en los que te presentas deliberadamente, como la primera vez que te vi… Tan a tu manera y pensé que seríamos eternos.

Me quivoqué.

Regresas así, siempre mientras duermo, siempre así porque sabes que estoy indefensa, a la entera merced de un inconsciente que quiere convertir la onírica en realidad.  Regresas a recordarme que éramos reales; dibujas en mi cabeza todos los finales alternativos en los que nos imaginé de la mano… y me convences que es verdad; Luego despierto.

Abro los ojos y lo confirmo: no estás, me equivoqué…

Hoy nos separa un mar, nos separa un día, nos separa todo lo que nunca debió unirnos; pero aquí estoy, desnuda, vacía. Esperando que al abrir los ojos esté al pie de mi cama la pancarta roja en la que escribiste «he vuelto» y poderte abrazar por segunda primera vez… No dejarte ir más.

Han pasado algunos días, uno tras otro en los que me muerdo los labios para no pronunciar tu nombre. Para no hablar de ti y seguir mintiendo: «Ya no lo pienso».

((Te pienso a diario))

Me sorprende la madrugada  y no quiero  dormir… porque tengo miedo de volver a verte y arruinarlo todo cuando suene la alarma; 6 horas nunca fueron suficientes para mi, no lo son. No tengo más que este escrito, que nace a gritos sin tiempo y sin nombres… Por favor, ya no vuelvas, por favor no seas todo lo que quiero de una forma tan irreal y cruel. Déjame dormir sin soñar(te), porque no es nada fácil soltar lo que se ama sin explicaciones, sin expectativas, ni futuro.

Hoy voy a guardar la sonrisa, las películas y los viajes. Tu si quieres, guarda las cartas y las canciones. Pongamos todo en una botella de cristal que no se abre más, que se entrega al mar. Dejemos todo lo bueno por escrito y que se encarguen las olas… que junto al recuerdo bailen los delfines al caer el sol, que ellos cuenten una historia de amor.

Tengo miedo de dormir… pero ya es hora.