Llevo un par de semanas soñando con él… no se si escribir su nombre en un papel por si acaso lo olvide. Aunque ni siquiera estoy segura de querer recordarlo; Sin embargo ese nombre marca un antes y un después en mí.

Tengo la hoja en mis manos.

Hay personas que llegan a nosotros para empujarnos a saltar (y aunque saltar sea de muchas maneras una idea terrible), a veces es necesario para aprender a romper barreras, a conocernos para crearnos de nuevo desde cero y sin pasado.

Me tiemblan las manos al tomar la pluma.

Aquí estoy yo. Hilando fino en mi historia. Juzgando mis decisiones. Soñando con él y no quiero; Pensar en él es confrontarme a mi misma, a mis demonios internos, a entender que conocí las partes más oscuras de mi y no pude sacar su lado más brillante.

Observo detenidamente el papel.

Quiero escribir su nombre ahí, dibujar mi letra para convertirlo en una obra de arte. Esforzarme tanto, mis mejores trazos, y luego… nada.

No me sirve de nada aquel retazo.

Pienso en lo que he aprendido y sonrío un poco porque es bueno; pero extrañarlo a él me produce un dolor intenso en el cuello. La experiencia física del dolor me deja sin respiro. Asfixia.

He dibujado la primera letra.

Todo pasó de nuevo por mi mente como una película y no lo he podido evitar. Reír, cantar,  incluso soñar… mis lágrimas borraron la tinta.

No pude escribir su nombre en un papel.