Aquí frente al espejo me observo, despojada de toda prenda y de cada historia. Enfrentando mi piel, mis defectos y errores; distingo las peculiaridades de mi rostro y confieso que no me ha gustado la forma en que dos pliegues se dibujan junto a mi cintura; dicen por ahí que está llena de carne.

Me observo cara a cara, los complejos y también las perfecciones, la sonrisa, el alma desnuda. Me veo un poco más allá de la humanidad… entonces me reconozco.

A pesar de todo existo, soy real… y ¡Cuánta fortuna!

Hay tantos que perdieron sus manos en guerra, otros que perdieron sus ojos o piernas bajo circunstancias distantes a sus deseos, y eso tampoco los detuvo. Hay miles que transforman lo cotidiano en excepcional, que encuentran arte en la adversidad. Que han entendido el valor de la vida.

Libertad. La idea que me vence y deja sin aliento. Que las ideas no se callen y que el grito no sea silencioso; Libertad de elegir quién eres o quién quieres ser. De elegir el color de mi cabello o la vida que quiero dibujarme. Libertad de ganarle a los obstáculos y de soñar.

No existe más el corazón roto, porque ese poder es solo mío; ni el temor al dolor que pueda detener mi camino. Todo al final, será cuando yo quiera.

Y si cambio mi risa, corto mi cabello o dibujo mi piel, no pesarán motivos ajenos ni amores perdidos; No pesan porque me tengo, y si no me quieres ¡Qué más da! pues yo me quiero, mi piel sigue siendo mía… y eso me basta.