Eres mujer.

Supone ser, ¿dejar escondida la piel? Quemar debajo de un gabán toda tu historia, la herencia de tus heridas? ¿Acaso hoy llevas puesto un antifaz?…

Quiero decirte que hay más. Mucho más detrás de tu rostro desnudo.

-¿Desnudo dices?

Si. Ese rostro que no necesita más adornos que tu gentileza, y esa dosis extraña de realidad. ¿Qué esperas del mundo si te das a lo inexistente? Si te entregas a las miradas desgarradoras de gente sin alma, sin sueños, sin norte.

Si te entregas a él, y no te encuentras…

Y no lo encuentras.

Ni recuerdas tu nombre desde la última vez que lo pronunciaron sus labios. Y ha pasado ya bastante tiempo. Lo sabes. Has regalado ya muchas noches, empeñaste tus sueños.

Te llamo farsante y no me retracto. Esto ya lo has visto antes: la misma sangre. Furia semejante a la nada. Las mismas personas en cuerpos distintos. El mismo guión en un cortometraje donde nunca ganas.

Tu bondad esta por destruirte, y es aún así, arma letal contra el mundo. Una tierra de idiotas, donde la soledad esta llena de gente.

Te llamo farsante porque eliges el camino del victimario. Y ocultas la mente brillante, a cambio de servilletas usadas.

-Pero, no me ha servido de nada. Igual y solo me volví un poco loca.

Ahí reposa lo sublime. Ahí esta el valor. Escúchate una sola vez hablándole al viento, y hazle caso a la experiencia. Hay fuego ahí dentro, lo sé. Sale de tus pupilas y de tu alma que es un incendio.

Por favor… deja de romperte.

Nadie necesita tus pedazos, pero yo…

Yo te necesito entera.