AMO TODO LO QUE TIENE QUE VER CON DISNEY.

 

No quiero decir que desmerezca  otras opciones, de hecho, también las disfruto. Pero en este caso particular, al Sr Disney le tengo un cariño especial… pero, díganme ustedes: ¿Cómo podría no gustarme aquello que en gran parte, me convirtió en la mujer que soy ahora?

Explico un poco más.

Todo lo que me rodeaba desde muy niña fue protagonizado por películas, canciones, comiquitas, peluches, pero más que nada, mis papás se encargaron de presentarme al mágico mundo de Disney. Desde esa edad, cuando aún no comenzaba mi memoria, empezaron a labrarse mis sueños: Los dibujos, la música. Lo que más anhelaba (y anhelo hasta el día de hoy) era tener la oportunidad de formar parte también de ese mundo.

Mis intereses se conjugaron en cada tras cámaras que veía, en las ilustraciones y toda su gama de colores que a diario intentaba reproducir en trazos patulecos de «reyes leones» que dibujaba con cuellos de dinosaurio, o princesas que hacía sin nariz. Probablemente cada dibujo que hice desde ahí, ha tenido una sola motivación: Llegar al nivel de los grandes ilustradores, animadores y coloristas de Disney.

Bueno, en realidad Blanca Nieves siempre me pareció nefasta, lo mismo que la floja de Aurora, durmiendo toda la película. (esas son mis dos menos favoritas); Pero cuando vi por primera vez «La Bella y la Bestia» supe incluso, que tipo de mujer quería ser. Independiente, que no se conforma, y sabe pararse frente a una injusticia, que lee y se prepara, ama los animales y no necesita vivir según las convenciones de la sociedad para calzar. Tal como dice la frase: «Para qué encajar, cuando naciste para sobresalir».

((Claro que también se me quedó en el chip esto de andarme fijando en los más bestias de todos… pero esa es otra historia))

 

https://www.youtube.com/watch?v=ovhdfa1sUoM

Lo mismo pasó con la música. Cada canción y cada sonido me transportaban a lugares mágicos que solo existían en mi cabeza, me enamoré de tantas canciones, y creo firmemente que algún día estaré del otro lado del mundo, haciendo voice over de alguna princesa, quién quita y yo misma la haya diseñado (inserte miles de corazones y estrellitas volando)

De eso se trataba mi vida: Pasar horas tirada en el suelo, tarareando y dibujando sobre las hojas de papel periódico que me regalaban mis padrinos, (y cuando se acababan, dibujaba sobre los periódicos per se). Lápices de colores por toda la casa, y una muchachita mugrienta llena de tinta de diario en los brazos y piernas. (Cuenta la leyenda, que yo era caucásica y por tanto dibujar sobre periódicos, se me curtió la piel)…

Disney me dio el regalo de los sueños, me dio ejemplos de amabilidad, una infancia totalmente feliz, me enseñó que todo es posible, y aunque si, pareciera que me tomo la vida muy color de rosa con matices claros y danzantes, creo que es, al menos para mi, una buena fórmula para vivir tranquilo. (Obviamente, sin dejarnos ver la cara de gilones) pero siempre manteniendo una escencia transparente.

Siempre, conectando con nuestro lado niño, con nuestra inocencia, y nuestros deseos más puros. Esos que nos hacen suspirar con solo imaginarlos.

 

“All our dreams can come true if we the courage to pursue them.” – Walt Disney