Las dos semanas previas a mi viaje, fueron de jornadas de trabajo de 20 horas consecutivas… así que honestamente, me acompañaba un desgano abrumador y ganas incontenibles de dormir uno, dos, o los días que sean necesarios.
Así que este feriado extendido, llegó en el mejor de los momentos 🙂 y que mejor idea para descansar que… ¡UN VIAJE!
Junto a mi familia armamos maletas rumbo a San Clemente – Manabí. El punto de encuentro entre mi familia de la capital y los de la Costa… (Tenía bastante tiempo sin venir) así que fue una linda sorpresa encontrar la casa con remodelaciones, y este hermoso portón que siempre nos recibía:
(Familia materna… todos compartimos el Freire)
Para los que no conocen San Clemente, debo decirles que dentro de sus «must go» deberían apuntarlo. Sus playas tienen un encanto natural que impresiona a cualquiera. No solo es un espacio para poder compartir entre familia o amigos, sino también es el hogar de pescadores que cada mañana muy muy temprano, se levantan en sus embarcaciones a conseguir peces, mariscos y demás que en pocas horas estarán siendo deleitados en una infinidad de sabrosos platos, que les doy mi palabra… querrán regresar.
Es dueño de un clima de sueño, y ni hablar de la puesta de sol. Un cielo naranja, un sol brillante y el mar en un conjunto magnífico de sensaciones, colores y sonidos. Simplemente hermoso.
Durante nuestro paseo familiar, encontramos un puesto ‘sin nombre’ de cocteles… y ¡vamos! ¿Quién no disfruta de un pequeño pecado con alcohol a los pies del mar? Era la única cabaña con todo tipo de cocteles y bebidas e incluso para los más pequeños, prepararon versiones de Piña colada y Alexander sin alcohol (confieso que ese me gustó más que el mismo trago… guilty!), pero lo que más llamó mi atención fue el cuidado impecable en su presentación, con decoración, sombrilla y «todos los juguetes» y el sabor… se sentía cada vez mejor a medida que lo consumías.
Realmente pasé un momento muy grato, rodeada de naturaleza y de la gente de la que he conocido el amor más puro. Siempre he pensado que el mar ayuda a aclarar la mente, a despejarla del estrés cotidiano y sacarla de lo habitual. Aparte que también fue la oportunidad perfecta para comprarme un par de vestidos que complementarán mi colección de ropita de playa 🙂
Algo que disfruto muchísimo es el contacto de mis pies con la arena, justo en ese sector en el que cada huella se borra de inmediato por el roce de la espuma de las olas, creo que lo que más hice fue caminar por la orilla, pensar, imaginar y regresar como nueva para entregarme con todo a la nueva semana que ya se viene!
Y como cada viaje esta lleno de sorpresas… en una esas caminatas refrescantes, encontré a la estrella de mi viaje, el que se robó el puesto número uno de fotos favoritas, y que me sacó voces finitas demasiado graciosas, para lograr «afianzar» la comunicación con este golden retriever bellísimo, que estaba tomando su hora de baño con mucha alegría, ¡Definitivamente lo mejor de mi viaje!
Nos vemos en una siguiente entrega! Feliz semana para todos!
Besos, Andre!
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