Es idílico. Una simple excusa cotidiana. No es real; pero es real cuando me toca, se acerca, habla. Me habla. Me mira. Se me resbalan los ojos a la comisura de sus labios. Me intriga.
Su amor esta gastado, se escucha por las ventanas, en la conciencia. Su amor esta gastado, y aún se ve eterno. ¡Es que no ha conocido mi amor!…
¡No!. Me lo reservo; pero con su mano sostiene mi muñeca y sonrío.
«Quédate»
-No. Esperemos… seamos.
Que si tu quieres, yo quiero. Y quiero. ¿Quieres?
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